Capítulo 8
—Ven aquí, cariño. Te llevaré al vestuario para que te cambies. Estás empapada, es incómodo, ¿verdad?

Mientras hablaba, Rafael levantó a Luna del suelo.

—Es solo un contrato; si me haces feliz, firmaré más tarde.

Luna se detuvo bruscamente. ¿Quería llevarla para cambiarse? Aparentemente, el vestuario en un lugar como este era para que los hombres se divirtieran cuando les apeteciera… Miró fríamente a Leandro. ¿Qué haría él? ¿Solo iba a quedarse ahí viendo cómo ese mujeriego la llevaba?

Para su sorpresa, Leandro solo dijo con indiferencia:

—Si firma él, yo también firmaré.

Las palabras de Leandro hicieron que Luna contuviera la respiración. ¡Él realmente la estaba empujando a los brazos de otro!

Daniel se emocionó, lanzando miradas cómplices a Luna. Por ese gran contrato, un poco de sacrificio sería aceptable. Rápidamente, abrió la puerta para ellos.

Luna se quedó en silencio, en completa quietud. La ira que sentía antes ya había hecho que su espalda se empapara de sudor. Ahora, el ai
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