Julio inhaló profundamente, visiblemente molesto.
Al presenciar el intercambio de palabras entre padre e hijo, Luisana se contuvo para no reír.
En ese momento, sonaron pasos ligeros.
Noa caminó de manera ordenada hacia Julio, llevando una bandeja de té y colocando el café en la mesa.
—Julio, por favor, disfrute del café.
Al escuchar la voz suave y encantadora de la joven, además de su rostro de porcelana y juvenil, Julio no pudo evitar sentirse encantado y le sonrió cálidamente. —Noa, no esperaba encontrarte aquí. ¿Viniste a acompañar a tu hermana Clara?
Noa se ruborizó tímidamente. No era tan tonta para responder que estaba viviendo con Rodrigo. Así que, incómoda, respondió evasivamente.
—Eso no es importante.
Julio, sonriente, atrajo a la joven a su lado y la examinó detenidamente. —¿Todavía no tienes novio? ¿Qué te parece mi hijo pequeño? Tienen edades similares y seguro que se llevan bien.
Víctor no pudo contener un chorro de café que salió de su boca.
Noa retrocedió asustada, sus