Capítulo 35

Cuando vio la captura, ya estaba sentado en el asiento trasero de su carro.

[Señor Aranda, ¿por qué no navega más por internet de vez en cuando? Con esa actitud tan aislada, siento que Corporación Legado va a quebrar en sus manos tarde o temprano].

Guillermo revisó el historial de chat hacia arriba y de pronto rio entre dientes.

El chofer y Mateo, al oír esa risita, miraron instintivamente por el retrovisor, pero solo fue un vistazo; no se atrevieron a preguntar nada.

Después de tanto tiempo trabajando para un jefe tan callado como él, las ganas de platicar y de indagar de todos se habían desvanecido hacía mucho.

Hacía poco, un guardaespaldas del carro de atrás había renunciado. No era por el sueldo ni por lo pesado del trabajo, sino porque el muchacho, tan joven, no soportaba estar en un vehículo lleno de gente con boca que no decía ni pío en todo el día.

Pronto, Miranda también recibió un nuevo mensaje de su esposo.

Los dos primeros eran su típica respuesta de llevar la contraria co
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