Capítulo 36

Ahora era una actriz con cierta fama, así que, naturalmente, un pequeño grupo de gente lo discutía en línea.

La tal Clara quién sabe cómo le lloró a Ernesto, pero él, como si estuviera hechizado, montó en cólera por ella. Publicó un comunicado diciendo que su relación era legítima y hasta fue a buscar a la familia Ibarra para advertirle a Estela que dejara de hacerle trucos sucios.

En ese momento, Estela casi se desmaya de la rabia. ¡Quería contratar un ejército de bots, comprar trending topics para desprestigiarlos y que ambos se fueran al diablo!

Pero el señor Ibarra, que era muy diplomático y paciente, disolvió el compromiso amistosamente e impidió que su hija causara más problemas, diciéndole solo que ya habría maneras de hacer que Ernesto se arrepintiera.

Estela no era como su padre; ella era impulsiva y deseaba en ese mismo instante que su ex se uniera al club de los “infieles despreciables que merecen lo peor”.

Así que le rogó a Miranda que la ayudara a supervisar su transforma
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