El águila real
Me sorprende esta fuerza, esta determinación, esta rabia en su voz.
- ¿Qué te pasa?
- Nada, ¡todo va bien!
- ¡Pero estás llorando!
- ¿Y qué? ¿Qué te importa?
Sibelle
- Déjame en paz, por favor.
- No, no puedo dejarte en paz. No estás bien, no quiero verte llorar, nadie tiene derecho a hacerte llorar excepto yo.
- Bueno, felicidades, eres el gran ganador de esta historia.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Nada, déjame sola.
- No tienes órdenes que dar aquí.
- Eso ya lo sé, solo soy una puta más entre tantas.
Me agarra del brazo, apretándome contra él.
- Deja de decir tonterías.
- Sin embargo, es la verdad, ¿quién soy? O debería decir, ¿qué soy?, porque solo soy una cosa en esta casa, una muñeca inflable que se toma, se folla y se tira sin mirar atrás.
- Cállate, joder.
Me agarra del cuello, sus grandes manos sostienen mi cabeza, me mira con intensidad, con un brillo en el fondo de sus ojos.
- No sabes lo que dices, no sabes, no sabes todo lo que despiertas en mí.
Me besa i