Capítulo 55
No podía aguantar más el dolor que sentía: era descomunal, abrasador, desgarraba por dentro. Leo estaba a mi lado, serio. Quise gritarle, maldecirlo, apartarlo, pero el dolor me atravesaba sin tregua.

—Déjame llevarte a la cama —colocó sus brazos en mi nuca y por debajo de las piernas.

Negué de inmediato. El solo intento me hizo sollozar. Mi cuerpo entero se negaba a cooperar. Sentía la pelvis pesada, una presión imparable. Tenía la certeza de que moverme solo empeoraría todo.

—Necesito revisarte —insistió, incorporándose de inmediato. Se aproximó a la encimera del baño, abrió una de las gavetas y sacó unas tijeras. Se lavó las manos con el gel desinfectante, luego volvió a mi lado.

Lo vi agacharse.

Abrí los ojos aterrada.

No entendía qué iba a hacer. Tomó la tira de mi braga y la cortó.

—Abre las piernas. Con cuidado.

Obedecí. Él se posicionó. Revisó. Vi su expresión endurecerse más.

—Estás en trabajo de parto, Vera. La cabeza ya está visible.

El shock asaltó mi cordura.

¿Qu
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