El silencio se hizo aún más denso, al momento en que el doctor Eisenfeld, se detuvo frente a nosotros. A su lado, otro médico joven sostenía una carpeta.
—La intervención fue compleja —relató el doctor—. Logramos extraer el proyectil. No hubo fragmentación, lo cual facilitó parte del procedimiento, sin embargo...
Su pausa hizo que apretara los puños nerviosa. Esa palabra pesó más que todo lo anterior.
—La zona cerebral comprometida sufrió un daño severo. Hubo varios paros cardíacos durante la operación. Logramos estabilizarlo, pero su estado sigue siendo crítico. Ha sido inducido a coma farmacológico. Por el momento, su cuerpo no puede enfrentar el dolor ni el esfuerzo neurológico que implicaría despertar.
Annette me sostuvo de la mano.
—¿A qué se refiere, doctor? — Ella tomó la palabra—. ¿Él va a estar bien?
Yo apenas respiraba.
—En este punto, las próximas veinticuatro horas son cruciales. Si responde bien a la estabilización y no hay nuevas complicaciones... podríamos tener un poco