Leo exhaló. La tensión en su rostro no bajó ni un segundo.
—Ingrid. La chica con la que trabajaste en el hostal en Carintia.
Quedé congelada.
¡¿Ingrid?!
—¿Estás seguro? —No pensé jamás en ella como sospechosa—. ¿Cien por ciento seguro?
Él asintió apenas.
—Voy a llamar a Thomas más tarde. Quiero preguntarle varias cosas. Ver si hay algo más que no incluyó en el informe.
Mi mente se disparó en mil direcciones. Me llevé una mano al pecho.
—Entonces... ella cumplió su amenaza.
Leo tomó mi rostro curioso.
—¿Cumplió con qué?
—No lo sé —murmuré—. Me advirtió antes de irse, que eso no se iba a quedar así. Aseguró que me iba a arrepentir.
Al juzgar por su expresión, Leo no sabía sobre esto ¿Y cómo saberlo?, no se lo comenté en sí.
—Lo que es extraño... —proseguí bajito—. Se suponía que estaba desaparecida. De hecho, llegué a pensar... que tal vez... tú tuviste algo que ver con eso.
Leo negó.
—No tuve nada que ver con su desaparición. Era irrelevante para mí —dijo primero, aunque su tono cambió