Vera esperaba mi respuesta.
Apoye mi espalda en la cabecera frotando mis dedos en su muslo. Eso ayudaba a que mis ideas fluyeran mejor.
—Quiero volver a la medicina —expuse.
Ella soltó el aire, entre sorprendida y aliviada.
—Dios, Leo… pensé que ibas a soltar otra cosa.
—¿Qué creías?
—No sé… cuando lo dijiste tan serio, pensé que ibas a entregarte a la policía o algo así.
—¿Quieres que lo haga?
—No y no. Ni se te ocurra —zanjó.
Sonreí al verla así de mandona.
Ella prosiguió:— En serio… ¿Vas a volver? ¿A la neurocirugía?
Nunca fui bueno poniendo en palabras lo que sentía. Confiaba más en la lógica que en el discurso emocional. Pero con mi rubí… no tenía que disfrazar nada.
—Sí. Es lo que quiero hacer.
Vera frunció los labios intrigada.
—Pero… ¿Por qué algo así traería consecuencias? —inquirió—. Es una noticia buena. Y tú naciste