— Korina, no es lo que piensas — Murmuró desesperado, intentando contener la tormenta que se asomaba en su mirada.
Pero ya era tarde.
Don Darío, al escuchar el ruido, se levantó de golpe, intentando soltarse de Katty, corriendo hacia el ascensor. Sin embargo, este se cerró en sus narices, dejándolo con la camisa rota y la angustia estampada en su rostro.
Korina, al recuperar fuerzas, apartó de un empujón a Farid. El dolor le ardía en los ojos, la rabia le consumía el alma. Caminó con paso rápido, casi tambaleante, hacia la salida de la mansión, ignorando miradas, ignorando todo. Su corazón se rompía en silencio, pero su rostro se mantenía firme, como si la dignidad fuera lo único que le quedaba.
En la entrada, sin esperar, levantó la mano para detener un taxi — Lléveme al casino Oxin — Dijo con voz entrecortada.
— De inmediato, señorita — Respondió el conductor, arrancando el motor.
Ya dentro, Korina sacó su celular con manos temblorosas y marcó a su madre. La voz quería quebrársele,