Miguel no tardó en lanzar el golpe disfrazado de conversación: — Don Darío, debió ser muy incómodo para usted que se filtraran esas fotos tan comprometedoras —
Un silencio denso se instaló en la mesa.
— La verdad, sí — Respondió Don Darío, con calma calculada, pero apretando con fuerza las cartas que sostenía — Pero Korina es mi novia… y muy pronto será mi futura esposa —
Miguel entrecerró los ojos, midiendo cada palabra — Espero duren bastante —
— Por supuesto — Replicó Don Darío, tomando la mano de Korina y dándole una sonrisa que, aunque serena, llevaba un mensaje claro: Estaba con ella, contra quien fuera.
Ella respondió con un brillo en los ojos, aunque por dentro sentía cómo la tensión en la sala se aferraba a su pecho.
— Darío, iré al tocador — Dijo en voz baja, buscando un respiro.
— De acuerdo — Asintió él, acariciándole fugazmente los dedos — Acá te espero —
Mientras ella se levantaba, Don Miguel giró apenas la cabeza hacia uno de sus guardaespaldas. Un intercambio de mirada