Aila POV
—No te muevas.
La voz era un murmullo profundo, un retumbar somnoliento directamente en mi oído que hizo vibrar cada hueso de mi cuerpo.
No era la voz de Damián. Por un momento, en la bruma del sueño, no supe de quién era.
Abrí los ojos lentamente, y el mundo tardó una eternidad en enfocarse. Lo primero que registré fue el calor, una sensación abrumadora que me envolvía por completo.
Estaba atrapada, rodeada, como si estuviera en el centro de un nido de lobos.
Lo segundo fue el peso. Un brazo pesado y musculoso rodeaba mi cintura con una posesividad de acero, manteniéndome pegada contra un cuerpo duro como la roca. Un cuerpo que, definitivamente, no era el de Damián.
Con el corazón comenzando a martillear un ritmo de pánico, giré la cabeza con una lentitud infinita.
A mi izquierda, durmiendo profundamente, estaba Kael. El Rey Lycan. Su rostro, tan regio e imponente cuando estaba despierto, parecía más joven y extrañamente vulnerable en sueños. Su brazo era el que me apris