—¡Ujump! — un carraspeó fingido hizo a Leia voltear rápidamente a ver al dueño del sonido — Siento interrumpir, te he estado buscando, Caleb –
El rubio dejó escapar el aliento fastidiado al mismo tiempo que retiraba su mano cuidadosamente del suave seno de su novia, y depositaba a la misma en el suelo.
—¿Puedes entrar? — le susurró al notarla apenada.
Leia asintió y tomó las llaves que él le daba.
—Permiso— susurró la cobriza mientras se juraba que Caleb se las pagaría.
Acababa de pasar una de las vergüenzas más grandes.
—¿Qué quieres? — preguntó con más paciencia de la que tenía.
Stefano que mantenía su rostro ladeado observando a Leia, desliz&