Jeremías regresó a su casa ya entrada la tarde. Apenas cruzó la puerta, percibió un silencio extraño. Desde temprano cuando le avisó a Macarena que no iría a almorzar, ya que debía resolver un asunto con la junta directiva de la empresa, notó cierta frialdad en el tono de su voz. Ahora al verla en la sala, sentada, con las manos entrelazadas y distante sintió que algo estaba mal.
—¿Todo bien? —preguntó él, dejando las llaves sobre la mesa de centro e inclinándose para besar sus labios.
Ella volvió el rostro hacia el lado contrario. Jeremías se incorporó y se cruzó de brazos frente Macarena quien levantó el rostro despacio buscando su mirada.
—Hoy después que saliste, vino una mujer a verme.
Él frunció el entrecejo y con voz grave preguntó:
—¿Quién?
—Marlene. —respondió ella sin rodeos.
—¿Marlene? ¿Qué hacía aquí?
Macarena se puso de pie.
—Dice que está embarazada... —esgrimió y antes que Jeremías alcanzara a decirle que estaba embarazada de Lucas, ella habló:— y que el hijo que