Mario entró a la set de fotografía y encontró a Macarena cabizbaja, abrazándose a sí misma como si necesitara sostenerse para no deshacerse en pedazos. Aún no salía de su cabeza las declaraciones que Lucas había hecho sobre lo ocurrido la tarde anterior, durante su boda con otra mujer que no era ella.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que no llegó a escuchar cuando los pasos se acercaron a ella.

—Macarena… —murmuró él al verla tan derrotada.

La voz del fotógrafo la hizo sobresaltarse. Levantó el rostro despacio. Sus ojos todavía brillaban al igual que sus húmedas mejillas.

Mario estaba de pie frente a ella, aún con su cámara al hombro.

—¿Qué te sucede? ¿Ha pasado algo? —preguntó con una expresión clara de preocupación.

Ella guardó silencio. Aunque no hablara, él sabía que algo le sucedía. Tenía los ojos enrojecidos, el temblor leve en sus labios y esa postura frágil la delataban.

Su propio rostro se endureció, como si algo dentro de él se quebrara al verla de aquel modo.