– Rebeca Miller
La fiesta había terminado.
Mientras me levantaba de la silla, sentí la calidez de la mano de Julián entrelazando sus dedos con los míos. Lo miré y él me sonoro con esa ternura que comenzaba a inquietarme. Caminamos juntos hacia la salida, donde Rosa y José aún estaban conversando con algunos invitados.
—Ya se van? —preguntó Rosa, mirándome con atención.
—Sí, ya es hora —respondí con una sonrisa amable—. Mañana tengo que madrugar… los niños tienen colegio y yo debo ir a la empresa de papá.
—Claro, entiendo. Descansa, amiga.
—Adiós, Rosa. Adiós, José —dije con dulzura.
Julián también se despidió con cortesía. Mientras caminaba hacia la puerta, sentí que Rosa me seguía, así que disminuyó el paso.
—Rebeca —me llamó, en voz baja.
-¿Si?
—Ten mucho cuidado, amiga. Charles... está obsesionado contigo.
La miré por encima del hombro, sin detenerme.
-Perder. —Suspiré con cansancio—. Charles es un problema para mí. Me asusta saber que no va a dejarme en paz. Por más que le diga qu