140 — Rebeca Miller
El sol de la mañana apenas se filtraba entre las cortinas cuando terminé de abotonar el pequeño vestido azul de Eva. Su cabello rubio caía en ondas suaves sobre los hombros, y mientras le ajustaba el lazo de su peinado, la escuchaba tararear una canción infantil. Todo parecía normal… hasta que, de pronto, los gritos rompieron el aire.
—¡Mamá! ¡Mamá! —las voces desesperadas de Aiden y Damián resonaron desde el piso de abajo.
El cepillo que tenía en la mano cayó al suelo. Por un instante, mi cuerpo se quedó paralizado. El corazón comenzó a golpearme con fuerza en el pecho, y una sensación fría recorrió mi espalda.
—¿Qué sucede, mamá? —preguntó Eva con los ojos muy abiertos, aferrándose a mi vestido.
No podía responder. Algo dentro de mí sabía que algo andaba mal, terriblemente mal. De repente, escuché otro grito… esta vez, la voz de Carmen, la ama de llaves, desesperada.
—¡Señora Rebeca! ¡Por favor, baje rápido! ¡Es el señor Charles!
El alma se me partió en dos.
—¡D