Capítulo 124

— Rebeca Miller

La puerta de la habitación se abrió lentamente, dejando entrar el suave olor a desinfectante y el zumbido de las máquinas que marcaban los latidos de su corazón.

Di un paso dentro y mi respiración se entrecortó al verlo. Charles estaba allí, tendido sobre la cama, con el rostro pálido y los labios resecos. Su frente mostraba un pequeño vendaje y en su mejilla aún quedaban rastros de moretones. Se veía tan frágil, tan distinto al hombre imponente que siempre había conocido.

Me acerqué despacio, intentando contener las lágrimas.

—Mi amor… —susurré con voz temblorosa, tomando su mano entre las mías—. ¿Quién te hizo esto?

Acaricié su piel tibia con la yema de mis dedos y la besé con ternura. Sentí una punzada en el pecho al ver su cuerpo inmóvil, cubierto por las sábanas blancas del hospital. Me incliné sobre él y apoyé mi cabeza en su pecho. Casi de inmediato escuché el latido pausado de su corazón, ese sonido que tantas veces me había calmado.

Cerré los ojos y dejé que
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