Capítulo 122

— Rebeca Miller

Estoy sentada en la sala con la taza de café todavía humeante entre las manos; el vapor sube y se enreda con los últimos pensamientos que no consigo ordenar. Mi madre me mira desde su sillón, la mirada tejida de años y de certezas que a veces duelen más que consuelan. —Hija —dice despacio—, te noto triste. No deberías desconfiar si Charles te pidió que fueran felices y que confiaras.

Le devuelvo la mirada y siento que me falta aire. Su voz es un bálsamo y, al mismo tiempo, una presión que me obliga a poner nombre a lo que siento. —Lo sé, mamá —respondo—. Es que lo noté tan distante en la llamada. Era como si le preocupara algo… o quizá no lo sé. Estoy tan confundida.

Ella frunce ligeramente el ceño, solidaria como siempre. —Esta vez tienes que luchar —me dice, como si quitara una cortina para dejar entrar la luz—. No permitas que esa mujer te aleje de Charles otra vez. Tal vez eso es lo que lo tiene preocupado: que Amelia haga algo para separarlos.

Su teoría me alcanz
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