– Charles Schmidt
Llegué a casa cuando el cielo comenzaba a oscurecerse. Apagué el motor y me quedé unos segundos recostado sobre el asiento, observando la fachada iluminada por las luces cálidas del porche. Respiré hondo.
Esa casa había sido testigo de mis errores, de mi orgullo y de mi ceguera… pero también de los pocos momentos en los que realmente me sentí vivo.
—Aquí empezó todo —murmuré—, y aquí va a comenzar de nuevo.
Sonreí con una mezcla de nostalgia y determinación. “Voy a reconstruir una nueva historia aquí, Rebeca. Te haré volver a creer en mí, aunque me tome toda la vida.”
Tomé mis llaves y entré. Al abrir la puerta, me recibió el suave murmullo del televisor encendido. Dejé las llaves en el recibidor y avancé con paso lento hacia la sala, intentando adivinar quién seguía despierto. Pero cuando crucé el marco de la puerta, me quedé completamente inmóvil.
Allí estaban.
Rebeca y los niños, dormidos en el sofá. Damian recostado sobre su hombro, Aiden apoyado en su regazo, y