Luego de ver nuevamente al cliente misterioso, “Eduardo”, no pude evitar recordar lo inmadura de mi conversación. Estaba a la defensiva y, con su actitud respetuosa, solo lograba hacerme sentir más nerviosa. Daria lo que fuera por ser exclusiva en realidad, pero mi gran temor era que nuevamente Sergio quisiera aprovecharse.
Volví al Luxury y prácticamente no había nadie.
El misterioso “F” o “Eduardo” visitaba mi mente una y otra vez y no había manera de olvidar la conversación que había generado. Él quería saber más de mí, era evidente, pero no sabía si sería capaz de continuar con él una conversación, ¿para qué? ¿y cuándo nos volveríamos a ver? No tenía la respuesta.
Esta vez, en medio de la soledad de la sala de vestuarios del Luxury mi mente viajó a Fabián, podía verlo de pie frente a mi pidiéndome que lo disculpara con una insistencia extraña, y al mismo tiempo recordaba las palabras de Alison:
¿En verdad sentía algo por él?
¡No!
¡Es absurdo!
Me reclamé golpeando mi pecho. Me ca