No recordaba casi nada de lo que había pasado. Solo sé que al abrir mis ojos todo estaba muy brillante. Hacía frío. Estaba más aturdida y confundida que nunca. Intenté mirar a mi alrededor, pero me dolía mucho la cabeza.
Abrí un poco más los ojos y en el fondo vi a mi madre y a Alison. Ambas corrieron hacia mí.
―¡Un milagro! ―decía mi madre repetidas veces mientras sus lágrimas tibias caían en mi mano. Alison sostuvo mi otra mano y también lloró de alegría. Aún estaba un poco mareada.
Observé de nuevo a mi alrededor y quería hablar, pero casi no podía.
Mi madre se alejó un momento y Alison logró comprender lo que intentaba decir. Quería ver a Fabián, quería saber si estaba bien. Sentí un enorme desespero.
―Tranquila ―dijo ella susurrando―, él está bi