No es fácil intentar cada día alcanzar mis sueños, si mi padre todo el tiempo me critica, me señala y me menosprecia. No quiero que su trato me afecte, pero muchas veces es difícil ignorarlo. Estudié para ser chef y me gradué hace poco, pero mi gran pasión es la pastelería. Sin embargo, debo seguir trabajando en el restaurante de mi padre un poco más; estoy muy cerca de lograr reunir dinero suficiente para que mi sueño al fin sea una realidad.
―¡Date prisa! La mesa 12 está esperando la comida ―gritó mi padre entrando a mi espacio de la cocina. Siempre hacía lo mismo.
―Está casi listo ―dije, conteniendo mi deseo de salir corriendo de ese lugar.
―¡Siempre te demoras! ¡No sabes hacer nada! ¿Y así quieres tener tu propia pastelería? ―exclamó con sarcasmo.
Entregué la orden de la mesa que faltaba y lo observé con rabia. Siempre me trataba mal, me decía que no servía para nada. Nunca fue un padre ejemplar.
En cuanto a mi madre ni siquiera sé qué decir de ella; a veces estaba de mi lado y me defendía, pero no era así todo el tiempo.
Salí como una fiera de la cocina, tropecé con algunos empleados; y mi madre me detuvo.
―¿Qué estás haciendo? Se va a enojar de nuevo contigo.
―No me importa, mamá. Ya no lo soporto ¡Necesito salir de aquí ahora!
―¡No te atrevas a poner un pie afuera, Amanda! ―vociferó mi padre justo detrás de mí.
―¿Y qué pasa si lo hago? ―Me observó con ira y se quedó callado algunos segundos.
―No te pagaré nada de este mes.
―¡No puedes hacer eso!
―Puedo hacer lo que se me plazca. ¡Regresa a la cocina! ―Me observó con su mirada fija.
Intenté contener el sentimiento enorme que sentía dentro de mí, apreté mis dientes y volví a la cocina. No tenía opción si quería terminar de reunir el dinero.
Volví a casa llorando, molesta, con mucha rabia, y llamé a mi mejor amiga, Alison, para contarle. Necesitaba despejar mi mente.
Salí de casa y caminé algunas cuadras para llegar al apartamento de Alison. A ella la conozco desde hace muchos años, y desde el primer día nos convertimos en las amigas inseparables. Es la mejor del mundo.
―Deberías irte de ahí…
―Todavía no tengo el dinero suficiente ―dije, triste con mis manos en mi rostro.
―Pero busca otro empleo…
―No es tan fácil, sabes que lo intenté, pero por mi “poca experiencia” no me han aceptado. Ahora estoy luchando por la pastelería.
―La pastelería “Amanda Cake” ―Y alzó su mano dibujando el nombre en el aire. Sonreí―. Sabes que puedo ayudarte a conseguir un nuevo empleo ―dijo ella, para darme ánimos como siempre, y acarició mi hombro.
―Sí, lo sé, pero no sé atender una mesa.
―No soy mesera, pero si vas conmigo podrás ver mejor lo que hago. Estoy segura de que a mi jefe le agradarás.
―No lo sé. Solo debo soportar un poco más a mi padre. Creo que con esta última paga podré lograrlo.
Alison sonrió, se retiró a pasos rápido y volvió sosteniendo una gran cantidad de dinero.
―¿Y esto?
Se quedó en silencio un momento y apretó sus labios.
―Mis ahorros―Los colocó en un sobre y me los entregó―. Ve y alquila un local, por favor.
―Pero… ¿De dónde salió tanto dinero? ―dije sosteniendo el sobre entre mis manos―. Es demasiado.
―Alquila y después hablamos ¿sí?…
***
Al día siguiente revisamos juntas algunos anuncios, ella tenía que ir a trabajar, la acompañé a la salida del edificio y me fui caminando algunas calles para llegar ver el local que habíamos visto.
Seguí la dirección del anuncio y, frente a mí, encontré el local perfecto muy cerca de la plaza principal de la ciudad, en Barcelona. Me detuve algunos segundos y mi imaginación me hizo incluso sentir el aroma de mis pasteles. Estaba cerca de lograrlo. Me acerqué a la entrada y un señor muy elegante estaba de pie junto a la puerta.
―Hola, ¿es el local que están alquilando?
―Sí, señorita. Pase adelante.
Al entrar sentí que el local era perfecto. No era tan grande, pero tampoco tan pequeño. Era ideal para iniciar y demostrarle al fin a mi padre que sí podía ser capaz de lograrlo.
―¿Tiene todos los servicios?
―Sí, tiene todo ¿Para qué lo necesita?
―¡Quiero montar una pastelería! ―dije muy emocionada.
―Es el local ideal para su pastelería, señorita… está muy bien ubicado. Además, tiene un horno…―dijo señalando al fondo.
―Sí, es maravilloso―añadí observando a mi alrededor imaginándome los detalles de la cocina, las mesas, la decoración. Estaba tan cerca de mi sueño que no podía creerlo.
―Tengo muchos interesados en el local. Si lo quiere, tenemos que hacer negocio ahora mismo.
La emoción me recorría de pies a cabeza, y sin pensarlo, le entregué el dinero del depósito y dos meses más de pago, me entregó un recibo y las llaves. Tenía tiempo suficiente para que el negocio iniciara y luego seguir pagando las mensualidades.
―Espero pasar pronto a degustar alguno de sus pasteles― dijo el hombre sonriendo y se retiró.
Caminé un poco por el local, tomé algunas fotografías y le envié un mensaje a Alison para vernos. Quería darle la sorpresa. Mientras la esperaba caminé un poco por los alrededores.
Alison llegó a los pocos minutos:
―¡Alquilé un local!― dije emocionada sosteniendo las llaves, la abracé y le di las gracias. Sin ella no lo hubiera logrado tan rápido.
―¡Es la mejor noticia!
Nos abrazamos, caminamos un poco, llegamos al local, pero había algunas personas discutiendo en toda la puerta.
―Disculpen…―dije, acercándome hacia el grupo.
―Seguro que es otra de las victimas ―mencionó una señora cruzándose de brazos.
―¿Victima? ¿Qué sucede? ―pregunté acercándome un poco más a ellos.
―¿Tu alquilaste este local?
―Sí…
Les mostré las llaves.
―¡Nosotros también! ¡Nos estafaron!
―¡¿Qué?! ―En ese momento sentí un fuerte ardor en mi pecho, mientras que el sueño de mi pastelería se destrozaba frente a mis ojos―. ¡No, no, yo pagué, tengo el recibo, tengo las llaves!
―Nosotros igual…―agregó un hombre joven con voz suave y me mostró sus llaves.
―Amanda, vámonos―dijo, Alison sosteniéndome del brazo―. Tranquila.
―¿Cómo puedo estar tranquila? ¡Se acabó, todo se acabó! ―dije en medio de muchas lágrimas que intentaba contener―. Perdí mis ahorros y tu dinero―Cubrí mi rostro con mis manos llorando sin poder parar―. ¿Cómo no me di cuenta?
―No te preocupes, no es tu culpa. Ya veremos si hay forma de recuperarlo―Acarició mi espalda.
―¡No podré renunciar! ―Lloré aun con más fuerza.
Sentir mi pastelería tan cerca me había dado la esperanza de que sí era capaz y que mi padre no tenía razón. Pero al parecer sí la tenía.
―Ven conmigo a mi trabajo.
―¿Por qué tanto misterio con lo que haces? ¿De qué se trata?
―No es tan fácil explicártelo, es mejor que lo veas con tus propios ojos.
―No entiendo nada. Me está dando miedo.
―No digas tonterías ―Sonrió―. ¿Vamos?
Asentí y me fui con ella. Tomamos un taxi y a los pocos minutos estábamos frente a una enorme casa con ventanas oscuras y todo de color púrpura. Era un sitio extravagante y elegante.
Confié en Alison, y al entrar caminamos por un largo pasillo. Mientras íbamos avanzando, pude ver a algunas mujeres maquillándose, con vestidos cortos, largos, muy elegantes; y con peinados ostentosos. Llegamos al final y un hombre alto de aspecto rudo me miró de arriba abajo.
―¿Qué lugar es este? ―pregunté nerviosa.
―Bienvenida a “Luxury Place”. Es un trabajo que me ha dado mucho dinero y que a ti también puede servirte―dijo Alison y sostuvo mi mano―. Es mi amiga, Amanda… ―añadió, dirigiéndose a la figura masculina que estaba frente a nosotras.
―¿Qué sabe hacer?
―Un momento, no entiendo nada―Vi los ojos de Alison y me di media vuelta recordando a esas mujeres elegantes.
―Amanda, ¿a dónde vas? Confié en Alison, y al entrar caminamos por un largo pasillo. Mientras íbamos avanzando, pude ver a algunas mujeres maquillándose, con vestidos cortos y largos; muy elegantes, y peinados ostentosos. Llegamos al final y un hombre alto de aspecto rudo me miró de arriba abajo.
―¿Qué lugar es este? ―pregunté nerviosa.
―Bienvenida a “Luxury Place”. Es un trabajo que me ha dado mucho dinero y que a ti también puede servirte―Alison sostuvo mi mano―. Es mi amiga, Amanda… ―dijo, ella, dirigiéndose a la figura masculina que estaba frente a nosotras.
―¿Qué sabe hacer?
―Un momento, no entiendo nada―Vi los ojos de Alison y me di media vuelta recordando a esas mujeres elegantes.
―Amanda, ¿a dónde vas? ―me dijo al alejarme de ella.
―No sé a qué lugar me trajiste, pero no quiero estar aquí.
―Necesitas dinero… Aquí puedes obtener mucho…. Solo debes… atreverte…
―¿Haciendo qué?
―… Dama de compañía.