Pasaron algunos meses y aunque no sabía de Fabián, no había día en que no pensara en él. Era un ardor extraño en mi pecho que me gritaba su nombre, pero era simplemente imposible seguir aferrándome a ese breve recuerdo de sus palabras, de sus labios. Constantemente lo apartaba de mis pensamientos y aunque lograba pensar en otras cosas por breves momentos, de nuevo su rostro se presentaba.
En este tiempo estuve con dos clientes VIP, afortunadamente ninguno me tocó, solo querían compañía. Con uno de ellos viajé por primera vez a Francia, fue un viaje hermoso, pero muy duro para mi corazón al ver en cada rincón cómo el amor era el protagonista de la ciudad, de París. Fabián se había pegado muy fuerte en mi corazón y no había manera de sacarlo de ahí.
Al volver del viaje, con el dinero que tenía ahorrado, era momento de dar un paso que anhelaba mi corazón desde hace mucho tiempo: tener mi pastelería. Sentí que mi corazón iba a salir de mi pecho al sentir que esta vez sí podía ser una nuev