Evans
Bajo la mirada a la carpeta que tengo sobre el escritorio, pero no leo una sola palabra. La escucho caminar por el pasillo antes de que toque la puerta. Su forma de andar es diferente, pero no tímida. Isa nunca ha sido tímida. A veces siento que me mira como si entre los dos hubiese algo, y a la vez pienso en que me estoy metiendo en un lado peligroso. Sé que algo en ella no está bien, también sé que las cosas que pienso cuando la tengo cerca son indebidas, y tengo conocimiento de sobra de lo que significaría para mi sobrino siquiera sospechar lo que quiero hacerle a su futura esposa si la hubiese conocido antes que él.
Y cuando levanto la mirada, aparece en el marco de la puerta, con la misma expresión que usó para mentirme hace un rato.
—¿Puedo pasar? —pregunta.
—Ya estás dentro.
Ella se acerca un poco, no lo suficiente como para invadirme, pero sí como para que su perfume me llegue, uno que no debería quedarle tan bien.
—Solo quería aclarar lo de antes —dice, cruzándose de