La estilista trabajó con gran rapidez.
En pocos minutos, ya había arreglado por completo el vestido de gala.
Silvina, al ver el resultado, no pudo evitar exclamar asombrada:
—¡Dios mío, es increíble! ¡Parece casi igual al original!
La estilista respondió con orgullo:
—Por supuesto. Conozco perfectamente el estilo de costura de estas grandes marcas. De hecho, Chanel es la que más arreglo.
—¿Ah, sí? —preguntó Silvina con curiosidad.
—A diferencia de ti, muchas personas necesitan ensanchar la cintura... como yo —añadió la mujer con una sonrisa un poco apenada.
Silvina soltó una risita, contagiada por su simpatía.
Después de ajustar el vestido, la estilista comenzó a peinar y maquillar a Silvina.
Ella se mantuvo sentada tranquilamente, dejándose hacer sin protestar.
Media hora después, la estilista suspiró satisfecha:
—¡Listo, por fin terminé! Vaya, señora, usted es una de las clientas más fáciles que he maquillado. Tiene una piel perfecta, solo hace falta un poco de maquillaje suave y ya