Evelio sonrió y le dijo a Silvina:
—Leonel es increíble, siempre con esa prisa de mudarse. Pero bueno, tampoco está tan lejos, así que nuestras familias podrán seguir viéndose seguido.
Silvina respondió con cortesía:
—Estos días realmente les hemos dado muchas molestias. Por cierto, ¿a dónde planean ir de luna de miel?
—Iremos a Sri Lanka —contestó Jenny, apoyándose felizmente en el hombro de Evelio—. Silvina, cuando nos vayamos, Liliana quedará a tu cuidado. Ella no es muy hábil con las cosas prácticas… espero que no te moleste.
¿Otra vez Liliana?
Silvina no podía decir nada frente a Evelio y Jenny, así que solo sonrió con calma:
—No se preocupen, Leonel se encargará bien de ella.
¿Cuidar de Liliana? ¡En sus sueños!
Silvina era de corazón blando, sí, pero no una santa. Con Rosa, se ablandaba porque habían crecido juntas, había sentimientos de por medio. ¿Pero con Liliana? ¿Qué sentimientos podía haber?
La respuesta de Silvina hizo que Evelio la observara más atentamente.
Siempre habí