Ruperto se recompuso rápidamente y se adelantó con paso firme:
—¿Descansaste bien anoche?
—Más o menos —respondió Silvina con una mirada fría, aunque aún acompañada de una sonrisa.
En ese momento, Silvina ya no era la misma de ayer.
Había pasado toda la noche sellando cada uno de sus sentimientos.
Al verla superponerse cada vez más con la imagen de Susana, Ruperto empezó a preocuparse.
En cualquier momento llegarían miembros de la Familia Martínez…
Y si veían a Silvina…
Muy pronto, los tres llegaron al comedor.
Debido al gran número de invitados, el desayuno se sirvió en forma de buffet.
Cada uno escogía lo que le apetecía y luego buscaba un sitio tranquilo para comer.
Silvina no tenía mucho apetito, pero por el bien del bebé en su vientre, debía obligarse a comer algo.
Tania apenas entró al comedor fue arrastrada por Santiago.
Ruperto, como parte del grupo de padrinos, tampoco pudo desayunar mucho, ya que lo llamaron enseguida.
A Silvina no le importó quedarse sola.
Apenas se sentó c