Capítulo 163 Sonrisas forzadas

Silvina levantó la cabeza de golpe y vio a un joven desconocido que la miraba con el rostro lleno de asombro.

—¿Señorita Susana?

Ah, seguramente la había confundido con otra persona.

Silvina negó con la cabeza y respondió:

—Se ha equivocado, soy Silvina.

Tras decir esto, se volvió hacia Ruperto y añadió:

—Ve a ocuparte de tus asuntos, yo iré a buscar a mi asistente.

Dicho esto, se levantó, asintió cortésmente al joven que seguía con expresión atónita y se dio la vuelta para marcharse.

En cuanto Silvina salió, Ruperto intentó seguirla, pero el joven lo sujetó del brazo:

—¡Señor Ruperto, dígame que no estoy soñando! ¡Pellízqueme, rápido! ¡No lo puedo creer, acabo de ver a mi diosa! ¡La señorita Susana no estaba ya… ella… ella…!

Ruperto, visiblemente irritado, contestó:

—¡Basta ya de gritos! ¡Se llama Silvina! Ve y aclara esto con esos muchachos de inmediato, y no vuelvas a decir tonterías.

El joven seguía como en trance:

—¿No es Susana? Dios mío… ¡pero se parecen tanto! Son prácticament
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