Silvina dejó su mente completamente en blanco y se dejó caer en el sofá.
La escena de hacía un momento había sido… demasiado fuerte para ella.
Volvió a repasar, una por una, todas las interacciones que había tenido con Leonel desde el principio.
De pronto se dio cuenta de que recordaba cada detalle de sus encuentros con él.
Pero mientras más claros estaban esos recuerdos, más evidente resultaba una cosa: Leonel nunca le había hecho ninguna promesa.
Jamás le había dicho que la quería, ni que deseaba pasar toda la vida a su lado.
Tampoco le había compartido nada sobre sí mismo.
¿No se supone que las personas que se aman se cuentan sus secretos, sus historias de infancia, sus pasados?
Y sin embargo, él nunca lo hizo.
La relación entre ellos se limitaba a una representación frente a sus familias.
El afecto que él le mostraba era solo una actuación para los demás.
La aparente ternura que recibía se debía únicamente a que llevaba en su vientre al heredero de la cuarta generación de los Muño