Después de salir de las bodegas del norte, Dante se dirigió hasta su mansión, con la firme intención de celebrar un evento especial con algunos miembros selectos de su clan, por supuesto que serían los que le brindaron su apoyo y no traición.
Había decidido invitar a los hombres más leales y poderosos de su organización para compartir una noche de diversión y negocios.
Mientras esperaba la llegada de sus invitados, Dante subió a la habitación de Aurora, sabía que al ser ella su esposa debía estar presente para cuando el clan llegara, esa noche debía ser perfecta, al igual que el golpe que habían dado esa noche.
Al entrar en la habitación, Dante encontró a Aurora sentada en la cama, con la mirada perdida en el vacío. No dijo nada, simplemente la miró con una mezcla de curiosidad y expectativa.
—Vístete y baja — le ordenó finalmente, sin darle opción a réplica, se giró y salió de la habitación.
Aurora se levantó de la cama como si fuese un bendito zombie y se dirigió al closet, donde