Sé que no soy la persona apta para ayudarlos, porque lo que sé de armas es que disparan y que con ellas, pueden incluso asesinar a uno o muchas personas, pero, no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como tienen cada vez más desventaja.
Por eso, abrazo a mi hija y la detonación no se hace esperar, el interior del bus tiembla, pero, no tanto como lo hago yo porque realmente esto es una completa locura, una que posiblemente me cueste varios regaños de mi esposo.Lo peor es que la detonación fue tan grande que mi bebé salta asustada y llora como si estuviera herida, por lo que, la cargo y arrullo mientras camino hacia donde dejé la ventana abierta.— ¡Amor! — grita Maximiliano corriendo hacia el autobús.— Aquí estamos. — susurro y de inmediato los chicos gritan.— ¡La ventana!Rápidamente, la cierro para observar las marcas que dejan