Maximiliano trae mi cepillo de dientes, mientras yo me aseo después de vomitar, él calienta la comida y se sienta conmigo para desayunar. Cuando eso sucede, ya ha amanecido, por lo que, puedo ver sus hermosos rasgos faciales que ocultan la preocupación que de su mente no puede salir.
En silencio, desayunamos pero, sé que incluso cuando come está pensando en el problema que parece ser serio, por eso, me levanto y me acerco a él.— Deberías comer. Solo has estado jugando con la comida sin llevar un poco a tu boca. — susurro y Maximiliano parece no escucharme, por eso, aparto el plato y coloco mi mano para que note el cambio.Pero, esta tan perdido en sus pensamientos que hace los mismos movimientos que realizaba con la comida, lastimando un poco mi mano.— ¡Maximiliano!— ¿Qué pasa? ¿Qué te duele? ¿Debo llamar una ambulancia? — pregunta Maxim