85. El Encuentro
Respiré profundamente antes de tocar la puerta, el aire salado llenando mis pulmones como si fuera la última bocanada de oxígeno que tendría en mucho tiempo. El sonido de mis nudillos contra la madera desgastada por el clima resonó más fuerte de lo que esperaba, compitiendo con el rugido constante de las olas que se estrellaban contra las rocas debajo.
Los segundos que siguieron se sintieron eternos. Pude escuchar movimiento adentro, pasos pesados, como si quien estaba del otro lado estuviera debatiendo si abrir o no. Mi corazón martilleaba contra mis costillas con tanta fuerza que estaba segura de que podía escucharse desde el interior de la cabaña.
MAX
El sonido de los nudillos contra la puerta me atravesó como un disparo.
Alguien había venido.
Después de cuatro días de soledad perfecta, de silencio interrumpido solo por el océano y mis propios pensamientos oscuros, alguien me había encontrado.
Me quedé paralizado frente a la chimenea, el vaso de whisky temblando en mi mano. Parte de