58. El Vacío del Final
Caminé hacia él, consciente de cada mirada que se giraba a verme. El murmullo de conversaciones se apagó momentáneamente.
Esta vez no huiría.
Esta vez enfrentaría lo que viniera.
Llegué a la mesa y me detuve sin sentarme, mirándolo desde arriba con toda la frialdad que había reunido.
—Alejandro.
—Estoy segura de que sí. —No me moví—. Empezando por tu almuerzo de hoy con Isabela.
Vi algo en sus ojos—¿sorpresa? ¿respeto?—antes de que su máscara de control regresara. Se reclinó en su asiento con esa seguridad felina que antes me seducía y ahora me repugnaba.
Finalmente me senté, pero dejé mi bolso sobre la mesa como barrera física entre nosotros. Saqué el teléfono y le mostré la foto—Isabela y él, juntos, conspirando.
—Dime qué significa esto. Y no te atrevas a mentirme otra vez.
Alejandro miró la pantalla sin inmutarse. Ni siquiera parpadeó. Tomó un sorbo lento de whisky, dejando que el silencio se extendiera como arma psicológica. Cuando habló, lo hizo con una calma que me heló.
—Signi