109. La Duda
Miércoles, 11:00 hrs. cuatro días después de la gala.
O tal vez es jueves. El tiempo ha perdido su forma dentro de estas cuatro paredes, convirtiéndose en una masa gris de amaneceres que no quiero ver y noches que no me traen descanso. Mi apartamento, que alguna vez fue mi santuario de independencia, ahora se siente como una celda de lujo que yo misma he diseñado.
Llevo el mismo conjunto de cachemira gris desde el domingo. El sofá es mi base de operaciones desde donde revivo en bucle cada segundo de la gala: la mirada de Max, las palabras de Victoria, la forma en que él me miró como si estuviera al borde de un precipicio sin saber si saltar hacia mí o hacia atrás. El eco de mi propio corazón rompiéndose.
El comunicado de Diego funcionó. La tormenta mediática amainó, convirtiéndose en un murmullo distante. Mi teléfono yace en silencio sobre la mesa de centro, una reliquia de un mundo exterior con el que he cortado toda conexión. He sobrevivido, pero no me siento victoriosa. Me siento… v