Durante la semana siguiente, Héctor no volvió a aparecer. Cira soltó por fin un suspiro.
“Era obvio: nunca va a cortar del todo con Charlotte”, pensó. José casi la mata y, aun así, a Charlotte le bastaron unas lágrimas para que Héctor la consolara. “Ahora que ya me fui, seguro que no lo va a soltar tan fácil. Con que le llore un poco, él la perdona y listo”.
Que Héctor dejara de buscarla alegró a Nicolás, pero también le dejó un hueco raro: ya no tenía excusa para ir por ella y traerla del trabajo. Atesoraba esos ratos a solas; sentía a Cira cada vez más cercana, más natural con él. Con eso le alcanzaba.
El timbre del celular lo sacó de sus pensamientos. Era un mensaje de Cira:
“En la noche vamos a cenar. Sofía me recomendó un restaurante nuevo; probemos qué tal.”
Una chispa de alegría le cruzó los ojos. Respondió sin dudar. Del otro lado, Cira sonrió leyendo su “ok”.
Una semana después, Cira asistió en representación del estudio a una presentación pública. Camino al evento, el párpado