En backstage, Cira tenía el brazo marcado por los arañazos que le dejó Charlotte.
Nicolás la calmó mientras le limpiaba y cubría las heridas. Recién con la llamada de Sofía entendieron el tamaño del problema: el video del evento ya circulaba en redes.
El clip estaba editado con mala leche: la imagen frágil y demacrada de Charlotte, frente a una Cira impecable en el escenario. El remate—Charlotte, débil, arrastrada por seguridad—encendió la furia del público.
Las redes se volcaron a favor de Charlotte. Los comentarios tronaban:
“¡Abajo la amante! ¿Con qué cara se pasea así?”
“¿No te enseñaron en tu casa a no romper familias? ¡Qué asco!”
“¡Desgraciada! Que la organización del evento le pida perdón a la señora Vega. ¡Que salga esa tercera a disculparse!”
Mordiéndose la rabia, Nicolás guardó el teléfono y le habló suave a Cira:
—Vámonos. Yo me encargo. No voy a dejar impune a quien movió los hilos.
Cira sabía que no era momento de lamentarse. Salieron por la puerta de servicio. Apenas cruz