Cira solo se calmó después de beber un vaso de agua caliente.
Si Nicolás no hubiera aparecido y Héctor seguía aferrado a molestarla, no sabía cómo habría terminado la noche.
Pero… ¿no se había ido Nicolás? ¿Por qué volvió?
Como si leyera su duda, Nicolás sacó el celular del bolsillo.
—A cierta despistada se le quedó esto en mi auto.
Al ver su funda, Cira se sonrojó y lo tomó enseguida.
—Gracias, Nicolás.
No solo por el teléfono: también por haberla ayudado.
Él sonrió, claro:
—De nada. ¿Mañana tienes tiempo? Podría invitarte a comer.
Cira vaciló, esquivando su mirada ardiente.
—Ese hombre de hace un rato es mi ex. Ya corté con él, pero viste su actitud. Por ahora no voy a empezar ninguna relación…
Lo había dicho con todas sus letras. Cira no era ingenua; veía lo que Nicolás sentía por ella, pero no podía corresponderle todavía. Héctor era obstinado, y antes de cortar todo definitivamente no quería arrastrar a más gente.
Nicolás no se echó atrás. Su voz fue baja, tranquila:
—No te preocu