El amanecer no trajo paz.
Los primeros rayos apenas tocaban los bordes del refugio cuando una caravana silenciosa apareciĂł entre los ĂĄrboles. No hubo gritos, ni aullidos. Solo una presencia imponente que incluso el bosque pareciĂł respetar.
Lucien ya los esperaba. HabĂa sentido la llamada ancestral, un eco que corrĂa por la sangre de los alfas. Una advertencia: La Manada Suprema se aproxima.
Aeryn lo observaba desde la ventana, con el corazĂłn apretado. SabĂa lo que significaba.
âVan a juzgarnos âdijo, sin necesidad de que Ă©l lo confirmara.
âVan a juzgar a nuestro hijo âcorrigiĂł Lucien, con los ojos heladosâ. Pero no dejarĂ© que lo toquen.
Ella sintiĂł una punzada en el vientre. El bebĂ© se movĂa. No de miedo⊠sino como si tambiĂ©n estuviera listo para resistir.
La primera era una mujer: Kaela, alfa de la manada de niebla. Su cabello plateado caĂa como un rĂo de hielo sobre sus hombros. ObservĂł a Aeryn con una mezcla de respeto y desconfianza.
âDicen que llevas en tu vientre al heredero del Equilibrio âdijoâ. Y que esa criatura puede alterar las lĂneas sagradas del tiempo.
El segundo, un lobo viejo llamado Merik, hablaba con voz profunda:
âTambiĂ©n dicen que compartiste cama con el vampiro asesino de alfas. ÂżNos puedes jurar que esa criatura no es engendro de su sangre?
Lucien rugió de inmediato, poniéndose delante de Aeryn.
âÂĄCuidado con tus palabras!
Aeryn, sin embargo, alzĂł la mano. No se ocultarĂa. No despuĂ©s de todo.
âEs cierto que conocĂ a Caius âdijo con voz firmeâ. Pero lo rechacĂ©. Y cuando quiso tomarme por la fuerza, fue Lucien quien me salvĂł. Este niño es suyo. Y mĂo. Nadie mĂĄs tiene derecho sobre Ă©l.
Kaela dio un paso al frente.
âLo que nos preocupa no es solo quiĂ©n lo engendró⊠sino quĂ© serĂĄ cuando nazca. Ya ha desatado energĂa que ni los nuestros ni los tuyos comprenden.
âEs un niño âdijo Aeryn, bajando la mirada a su vientreâ. Pero si quieren respuestas, deben saber la verdad.
Selene entrĂł en la sala en ese instante, llevando un libro antiguo con cubiertas de hueso.
âEl niño no solo es un hĂbrido âanunciĂł, abriĂ©ndoloâ. Hemos confirmado que su alma estĂĄ marcada. Su energĂa vibra con los registros antiguos. Este niño... es la reencarnaciĂłn de Ilâvaren.
Los alfas retrocedieron como si una tormenta se hubiera soltado sobre ellos.
âEso es imposible âsusurrĂł Kaelaâ. Ilâvaren desapareciĂł hace milenios. Su espĂritu se perdiĂł con la caĂda de los Puros.
Lucien frunció el ceño.
âÂżQuĂ© son los Puros?
Merik lo mirĂł con gravedad.
âLos primeros hijos de la Luna. Ni licĂĄntropos ni humanos. Criaturas del equilibrio. Fueron exterminados cuando el poder se volviĂł mĂĄs importante que la armonĂa.
Selene cerrĂł el libro.
âY ahora, ese equilibrio... regresa en este niño.
El silencio fue cortado de golpe.
Un sonido agudo rasgĂł el aire, como un cristal quebrĂĄndose en mil fragmentos invisibles.
El refugio temblĂł.
Y Aeryn gritĂł.
Lucien la sostuvo cuando su cuerpo se inclinĂł hacia adelante. El vientre ardĂa. Pero no era dolor fĂsico. Era como si el niño reaccionara al miedo⊠o a algo que se acercaba.
âÂĄEstĂĄ despertando! âgritĂł Seleneâ ÂĄEl Cazador estĂĄ intentando forzar un salto!
Kaela y Merik se posicionaron de inmediato. Los otros alfas formaron un cĂrculo protector.
El suelo se abriĂł.
Del centro del santuario surgiĂł una grieta negra, como una cicatriz en el aire. El tiempo mismo se quebraba ante ellos.
Y de la grieta⊠surgió una figura.
El Cazador.
Pero no estaba solo.
A su lado, flotando con el cabello enredado en oscuridad y los ojos sin vida, estaba Elaena.
Aeryn se quedĂł sin aliento.
âÂĄNo⊠no puede serâŠ!
Lucien la sujetĂł con fuerza.
âÂżQuiĂ©n es ella?
âMi hermanaâŠ
Elaena, a quien habĂa enterrado hacĂa años tras un ataque vampĂrico. Ella, que siempre habĂa sido luz, alegrĂa. Ahora era una marioneta en manos del enemigo.
âLa rescatĂ© del olvido âdijo el Cazadorâ. Pero cada segundo de vida que conserva, se lo debe a mĂ. EstĂĄ aquĂ para recuperar lo que me pertenece.
Aeryn lloraba, sacudida por el conflicto.
âÂĄElaena, por favor, escĂșchame! ÂĄEres tĂș! ÂĄNo eres su arma!
La mujer avanzĂł. Silenciosa. Con una daga envuelta en magia temporal. Sus ojos no la veĂan.
âNo tiene conciencia âmurmurĂł Seleneâ. Solo instinto. Solo una orden: destruir al niño antes de que nazca.
Lucien se interpuso. Los alfas rodearon a Aeryn. El combate fue brutal.
Kaela desatĂł un aullido que congelĂł las paredes. Merik embistiĂł con una fuerza que hizo colapsar parte del techo. El Cazador manipulaba segundos como armas, duplicando ataques, borrando movimientos.
Lucien peleaba como un demonio. Cada golpe, cada mordida, era por ella. Por su hijo. Por su historia.
Aeryn cayĂł de rodillas. El vientre ardĂa con una luz blanca.
Elaena se acercaba.
âPor favor⊠âsusurrĂł Aerynâ. Si aĂșn queda algo de tiâŠ
La hermana levantĂł la daga.
Pero el bebé se defendió.
Una explosiĂłn de luz estallĂł desde Aeryn, formando un cĂrculo de energĂa lunar que repeliĂł la oscuridad.
Elaena cayĂł de rodillas, gritando.
Y por un instante⊠sus ojos se aclararon.
âÂżAerynâŠ?
âÂĄSĂ! ÂĄEstoy aquĂ!
âÂżEl bebé⊠lo protegeâŠ?
âSĂ. Ăl quiere que vivas.
El Cazador gritĂł de rabia. TocĂł a Elaena y ambos fueron absorbidos por la grieta, antes de que Selene pudiera sellarla.
Todo quedĂł en silencio.
El combate habĂa terminado. Por ahora.
Esa noche, Aeryn llorĂł en brazos de Lucien.
âMi hermana⊠sigue viva. Pero lo que le hicieronâŠ
âLa traeremos de vuelta âprometiĂł Ă©l, acariciando su cabelloâ. No vamos a perderla.
âLucienâŠ
âÂżSĂ?
Ella tomĂł su mano y la colocĂł sobre su vientre.
âQuiero que jures que no importa lo que digan los alfas, los cazadores o el pasado⊠este niño crecerĂĄ sabiendo que fue amado.
Lucien bajĂł la cabeza hasta besar el vientre.
âJuro que lo protegerĂ© con mi vida. Que tĂș serĂĄs mi luna. Y Ă©l⊠nuestro legado.
Los alfas se marcharon al amanecer.
Kaela, antes de irse, se acercĂł a Aeryn.
âHe visto muchas cosas, pero nunca algo como esto. Tienes mi respeto. Y mi ayuda si la necesitas.
âGracias âsusurrĂł Aeryn.
Merik se despidiĂł con una advertencia:
âNo todos estarĂĄn de tu lado. Algunos verĂĄn a tu hijo como un milagro. Otros⊠como un peligro. PrepĂĄrate.
Esa noche, en una cĂĄmara escondida fuera del tiempo, el Cazador hablaba con una figura encapuchada. No era Caius.
Era alguien aĂșn mĂĄs antiguo.
âFallaste âdijo la figuraâ. Y revelaste demasiado.
âNo. La reencarnaciĂłn ha comenzado. Ilâvaren ha despertado⊠pero aĂșn no recuerda quiĂ©n fue. Y mientras sea niño⊠serĂĄ dĂ©bil.
La figura sonriĂł.
âEntonces es momento de traer al tercer jugador al tablero.
âÂżEstĂĄs seguro?
âSĂ. Es hora de que el verdadero padre de la guerra despierte.
Y con eso, el tablero del destino se tambaleĂł.