La noticia se extendió como veneno en las venas del bajo mundo. Iván Petrov se encontraba sentado en su oficina privada cuando Mikhail Ivanov, el traidor que había huido de la organización de Aleksandr, entró sin llamar. La expresión en su rostro lo decía todo: traía información valiosa.
—Habla —ordenó Iván, dejando a un lado el vaso de whisky que sostenía entre sus dedos.
—Es sobre Volkov —Mikhail se acercó, bajando la voz aunque estaban solos—. La mujer con la que ha estado... está embarazada.
Iván se quedó inmóvil. Sus ojos, fríos y calculadores, brillaron con un destello de oportunidad. Lentamente, una sonrisa se dibujó en su rostro marcado por años en el negocio.
—¿Estás seguro? —preguntó, inclinándose hacia adelante.
—Completamente. Tuve acceso a los registros médicos antes de huir. El embarazo está confirmado. Cerca de quince, dieciseis semanas.
Iván se levantó y caminó hacia la ventana. Desde allí podía ver parte de la ciudad que alguna vez controló, antes de que Aleksandr Volk