144. Conversaciones de amigas
Cuando llegaron a la habitación de Zoe antes de que pudieran tocar, la puerta se abrió desde dentro con un leve chirrido.
Caius salió, su cabello estaba revuelto, varios mechones estaban cayendo sobre su frente de una forma inusual en él, siempre tan impecable. Un rubor sutil teñía sus mejillas y sus ojos evitaron directamente los de ambos durante una fracción de segundo antes de inclinarse en respeto.
—Alfa. Luna —saludó, su voz sonó firme pero con un matiz de sorpresa que no pudo ocultar del todo, evidentemente no esperaba que ellos estuvieran allí—. Zoe está despierta. La revisé... personalmente.
Eryx arqueó una ceja, su expresión era neutra pero cargada de esa autoridad silenciosa que hacía que todos se enderezaran pero al mismo tiempo la sorpresa y la diversión brillaron en sus ojos. No comentó nada, aunque Lana notó cómo sus labios se apretaron ligeramente intentando contener una mueca divertida. Ella, en cambio, captó un detalle, el aroma de Zoe impregnado en la ropa de Caius,