Mundo ficciónIniciar sesiónEl Grupo Elizalde había sido vendido. Y nadie sabía a quién.
Berenice hundió las manos en su cabello perfectamente teñido, ahora con mechones sueltos, rebeldes. Llevaba así desde la madrugada. No había dormido. No había comido. No había llorado… porque llorar requería aceptar la derrota, y ella no había nacido para perder. O eso creía.
—No puede ser… —murmuró, por décima vez—. Esto no puede ser real. Debe haber algún error. Debe haber una explicación.
Pero no la había. Los abogados habían llamado a darle la noticia que jamás pensó escuchar.
La empresa ya no les pertenecía. El apellido Elizalde había dejado de importar.
Berenice caminó hasta la ventana con pasos temblorosos. Afuera, los jardines que siempre lucieron impecables estaban descuidados, como s







