Cuando llegaron al colegio Cataleya se sintió como un pez fuera del agua.
En aquel lugar habían personas muy bien vestidas y elegantes. Se notaba a leguas que se trataban de familias adineradas, personas influyentes que tenían el mundo a sus pies.
La jefa de estudios fue quien los recibió, mirando a Cataleya por encima del hombro.
—Señor Mattson, para nosotros es un placer recibir en esta institución el hijo de su sirvienta...
—El hijo de mi sirvienta no. —replicó Frank con autoridad. —Es el hijo de la señorita Guerra, y para mí un ahijado, al cual espero que traten como si fuera un miembro más de mi familia. ¿Le ha quedado claro Clarissa?
La jefa de estudios se tensó ante la mirada seria y sombría de Frank, y asintió aceptando sus exigencias.
—No dude de que así será señor. El joven Guerra recibirá el mejor trato en este colegio como su ahijado. —aseguró la jefa de estudios. —Ahora si son tan amables, debo acompañarles hasta el despacho del director mientras que la profesora No