Después de lo de anoche, el plan que tenía para estar con Lina se fue a la m****a; eché todo a perder. No puedo sacar de mi cabeza la forma en que me veía, destrozada, lastimada. La última vez. Tanto ella como Erik, me veían como si los hubiera defraudado; No pude, ni puedo evitar sentirme como una basura. Seguro me odia y no me va a dejar acercarme a ella ni a diez metros sin querer patearme; Lo peor de todo es que ella vino a mí, ella vino a buscarme, qué idiota soy. ¿Qué se supone que voy a hacer? ¿Cómo voy a hacer que me escuche, y que no quiera matarme cuando lo intento? Tiene que haber una forma de poder acercarme a ella sin que quiera atentar contra mi vida; bueno, eso es imposible, mejor tendría que pensar en buscar una forma de hacer que me escuche, todavía manteniendo todo mi cuerpo en una sola pieza.
Tengo que hablar con Erik, él es el único camino hacia Lina; Esperemos que no quiera estrangularme, igual que Lina. Sé que él al menos va a hacer el esfuerzo de escucharme. Solo espero que esté en su oficina.
Salgo de la mía para ir a la de Erik, tomo el ascensor mostrándome lo más sereno que puedo, no debo demostrar lo nervioso que me encuentro delante de la gente que trabaja para mí, después no paran de parlotear chismes acerca de algo que no saben y asumen de forma incorrecta. Una vez en el piso donde se encuentra la oficina de mi amigo y socio, camino hacia donde se encuentra su secretaría.
-Hola, Anna, ¿se encuentra a Erik? -trato de sonar amable y no un mandon, como más de una vez me recalcó Lina.
-Buen día, señor Betanckurt; sí, él está adentro -responde, con una maldita sonrisa en su rostro.
No me malinterpreten, es una buena mujer, pero hoy no tolera las sonrisitas que esta mujer sabe lanzarnos tanto a Erik como a mí.
-Gracias, Anna -digo, pasando hacia la oficina-. ¿Se puede? -pregunto, asomando la cabeza, y una mano agitando un pañuelo blanco, por la puerta media abierta.
-Si vas a hablar sobre lo de anoche, es mejor que te vayas -demanda -. Ese simbolismo de paz, es simplemente eso... Un simbolismo -dice señalando mi pañuelo, y sí, como pensé, está enojado conmigo.
-Puedo explicarlo todo -me apresuro a decir, antes que siga diciendo que me vaya con su característica sutileza.
-Nunca pensé que harías algo así. Lina fue a buscarte; ella se decidió por ti, me dijo que le importabas y que nunca te olvidó, y tú la cagaste -lanza todo lo que tenía atragantado.
-¿Ella te dijo que le importo? -curioso asombrado, olvidando casi todo lo demás que me dijo.
-Ya me escuchas Alex. ¿Qué hacía Rachel en tu casa? -inquiere con un tono de voz desaprobatorio; al ver que iba a escuchar lo que tenía para decir, no perdí tiempo y comencé a hablar.
-La llamé para terminar con ella, Erik; te dije que lo iba hacer, y como estuve toda la tarde esperando a que Lina saliera de su habitación, solo pude hablar con Rachel a esa hora. Te juro que fue solo eso -suspiro y lo miro directamente a los ojos-. ¿Me crees, verdad? -más que una pregunta, era un pedido, mostrándole mi sinceridad.
Después de aclarar todo esto, y de prácticamente hablar sin respirar parado a dos metros de la puerta, me acerco a la silla frente a su escritorio y me siento apoyando los codos sobre mis rodillas, mientras él me miraba escéptico; Yo esperaba a que respondiera si creía en mí, o no.
-Te creo, Alex. Pero dudo que Lina vaya a hacerlo; es más, dudo que vaya a escucharte incluso -dice al fin, después de un largo y eterno segundo de silencio.
-Sí, lo sé; Tengo que hacer algo para que no me golpee y me escuche. -Estoy totalmente de acuerdo con Erik, soy consciente de que ella no va a querer verme ni a doscientos metros de distancia.
-Va a estar difícil eso -expresa riendo; riéndose de mí.
-No me digas -bufo-. ¿Qué hago? -inquiero, tomándome la cabeza con mis manos, buscando una respuesta quizás en el suelo.
-No sé, hermano, quizás Ian pueda ayudarte -sugiere, mirándome sin perder su sonrisa.
-¿Ian?, ¿en serio?
-Bueno, él sabe cómo manejar a las mujeres -demanda despreocupada-mente.
-Lina no es como las demás mujeres, y no lo quiero cerca de ella; Definitivamente, no -me niego rotundamente, exasperándome.
-No sé, entonces -se resigna, mirando hacia abajo.
-¿Y si le pides ayuda a Sole? -sugiero con cautela.
-No -contestó rápidamente-. Lina seguro ya le contó lo que pasó anoche, y no quiero que me odie a mí por tu culpa -exclama, negando con la cabeza de forma un poco exagerada.
-¿Qué hago? -demando, frustrado.
-Obligarla a que te escuche -lanza en broma. Levanto la mirada y lo veo como si fuera un puto genio.
-Sí, eso tengo que hacer, obligarla a que me escuche -entono decidido.
-¿Y cómo vas a hacer eso? Ni siquiera va a dejar que te acerques sin, al menos, perder una parte de tu cuerpo. -Me observa, y muy divertido podría decir; Hasta estoy seguro que se está imaginando qué parte de mi cuerpo voy a perder primero.
-Bueno, lo tengo que intentar. -Elevo mis hombros mostrándole que no importa no llegar a una sola pieza-. ¿Podrías comunicarme con Sole? -le pido; él me mira unos segundos, analizándome, y luego asiente.
-Bien, la voy a poner en alta voz -avisa, mientras marca su número.
Ojalá esto resulte, es mi última carta; No creo que pueda hacer otra cosa, y más cuando vuelva a Buenos Aires. Sé que si regresa es seguro que no vuelva a verla. Si esto no funciona, la pierna para siempre, lo sé.
-Hola, Sole -la saludo, y espero sus insultos; La verdad, no quiero escucharlos, y en otra situación seguramente se lo haría saber sin ningún resentimiento, pero ahora soy consciente de que necesito de su ayuda. Es decir, tengo que ser bueno.
-¿Alex, me puedes explicar qué pasó anoche? -gracias a Dios está calmada; el amor la debe hacer más tolerante, no tengo que hacer ninguna pantomima.
-Por supuesto que sí. Todo fue un malentendido. -Comienzo a relatarle todo lo ocurrido anoche; en realidad, comienzo a relatarle desde lo ocurrido con Lina por la tarde, hablo casi sin respirar, rezando que me crea y que no me juzgue, y más que nada, que me ayude-. Bueno, di algo -le pido cuando termino, ya que se queda callada unos instantes.
-Te creo, Alex -contesta suspirando, e inconscientemente suspiro junto a ella-. Eres hombre, vas a hacer estupideces. -Observo el teléfono elevando una ceja-. Pecado ofensor, cariño.
-No te preocupes, soy consciente -esboza Erik con una sonrisa bobalicona.
-Ahora entiendo que me necesitas, ¿verdad? -manifiesta dirigiéndose a mí.
-Sí -asiento en voz baja-; gracias Sole, eres la mejor -tengo una sonrisa estúpida dibujada en mi rostro, lo sé, pero no me importa; Ella me va a ayudar con Lina.
-Perder; ahora, habla. ¿Qué hago? -yo i***a.
-Mi chica es única -exclama Erik, babeando sobre el escritorio; sin poder evitarlo, yo ruedo los ojos.
-Necesito que hables con tus amigos y les digas lo que está pasando -le comento despacio para que comprenda cada palabra.
-¿A Lucas y Gaby? -pregunta ella, haciendo notar su asombro.
-Sí, a ellos; necesito de su ayuda también -le indico, consciente de que esa parte es más difícil que la de hablar con Sole; Diría que es tan difícil como hacer que Lina me escuche, manteniendo mi cabeza pegada a mi cuerpo.
-Bien; Gaby seguro se prende, él vive para molestarla, es como su hermanito caprichoso. Pero Lucas es muy protector con ella, es como su hermano mayor; no sé si va a ayudarte, él siempre la mantiene alejada de lo que la puede llegar a lastimar, va a ser difícil que él nos dé una mano -explica solemnemente.
-Sí, me di cuenta de eso; vi cómo es él con ella y cómo me miró cuando nos encontraron en el lobby del hotel; pero de verdad los necesito... -suspiro; es mejor que le diga lo que pienso hacer, así le explica bien a ellos, y de ahí que deciden si me ayudan o no-. Mira, lo que voy a hacer es lo siguiente: primero voy a llegar a tu puerta y ella sí o sí la tiene que abrir...
Terminé de explicarle toda la secuencia y lo que necesitaban de ellos; Ella quedó en llamarme en media hora y estoy esperando. La verdad es que tengo un poco de miedo de que ese tal Lucas se rehúse a ayudarme, y más si sabe lo que pasó anoche; lo entendería, de verdad, pero no hice nada malo y eso es lo que me pone peor, que ella piense que soy capaz de traicionarla o herirla con intención. Jamás le haría daño, jamás. No sé cómo pasó la m****a, pero ella se volvió una parte muy importante para mí, y no quiero volver a perderla.