El teléfono de Erik suena, haciendo que pegue un salto en la silla donde me encontraba.
-Bueno, Alex, estás de suerte. Vamos a ayudarte -anuncia Sole.
-¿En serio? -pregunto incrédulo; La verdad, no puedo creer que quieran ayudarme, y más que su amigo Lucas quiera hacerlo.
-Sí, en serio -ella se toma unos segundos-. No sé por qué, pero le caes bien a Lucas y accedió a ayudarte -entona, quitándole importancia a la situación.
-Bien, gracias; y gracias a los chicos, les voy a deber una -expreso saltando en la silla, y Erik se aclara la garganta mirándome desde su lugar-. Sí, sí, a ti también -le digo, sabiendo a que se debía su carraspeo.
-Me la voy a cobrar -canturrea Sole desde el otro lado de línea.
-Yo también -concuerda Erik, quien me sonríe con complicidad.
-Bueno, Sole, en una hora nos vemos; cuando esté por llamar a la puerta te enviaré un mensaje, y dile a Gaby que en veinte pases por recepción a retirar la llave, ¿sí?
Esto tiene que salir bien, no puede salir mal, no hay forma d