A los quince minutos llego a mi apartamento, me quito el saco y lo lanzo sin cuidado alguno sobre el sofá; camino directo a la cocina, saco el vino favorito de Rachel «voy a tratar de ser lo más amable posible» y busco unas copas; como sé que va a tardar unos minutos más y yo hoy carezco de paciencia, me sirvo un poco, mientras la esperanza y me siento en el sofá.
A los diez minutos, suena el timbre. Me levanto del sofá con pereza, tomo una respiración profunda para canalizar mi energía y tratar de estar lo más calmado posible. Llego a la puerta, la abre y aparece Rachel, con una gran sonrisa. Sin verlo, ni esperármelo, con un rápido movimiento se lanza directo a mi boca; los primeros segundos no reacciono, pero luego recuerdo para qué la había llamado. Con cuidado y sin ser muy brusco la aparto de mí. Cierro la puerta y sin siquiera dedicarle una mirada, camino hacia el sofá donde estaba sentado antes de que llegara; ella me sigue sin decir una palabra. Le sirvo una copa de vino, par