Este día fue demasiado largo para mi gusto, y aparentemente parece no acabar. Hace media hora que Rachel está en mi casa, lamentándose por todo lo que pasó con su exmarido y dándome las gracias por el dinero que le di; Necesito que se vaya, quiero que me deje solo, no aguanto más su llanto.
—Ya Rachel, cálmate. Erik e Ian están por llegar, tienes que irte a tu casa —trato de razonar con ella.
— ¿No quieres que te vean conmigo? —pregunta sollozando.
—No es eso, solo...—suspiro. Sí, la verdad es que no quiero que la vean aquí y saquen sus propias conjeturas—; ya sabes como son, y no quiero que te vean así —miento, no sería muy educado si le digo la verdad.
—Bien, tienes razón, mejor me voy —se acerca y posa sus labios sobre los míos, examinando si la quito o no, y como no lo hago abre la boca y con su lengua empuja para abrir la mía. Tiempo atrás la hubiera arrastrado a la habitación, atado a la cama y darle una buena cogida sin escrúpulos; pero ya no es lo mismo. Yo no soy el mismo—. T