Capítulo 42-Lina

Cuando llegué a mi casa, Lucas ya me estaba esperando y no tiene buena cara.

—Hey, me estás matando de la intriga —suelto, saludándolo con un beso en la majilla.

—Entremos —fue todo lo que dijo.

Una vez adentro preparamos café y nos sentamos en la cocina.

—Bien, habla de una vez, ya te tuve mucha paciencia –lo insto.

—Bueno, encontraron el escondite de Dany.

—¿Qué? ¿Lo tienen?

-No. Cuando ya llegaron se había ido, el lugar estaba vacío; se movió rápido, estuvo visitando a algunas personas, habló con la gente de Esteban...

—¿Esteban? ¿Qué m****a quiere con él? —lo interrumpo.

—No lo sé; seguramente saldrá del país, sabe que lo estamos buscando, y sabe que Esteban tiene los medios. No es para que te alteres ni te preocupes, solo quería que estés al tanto de lo que está pasando, ¿sí?

—Sí... ¿En dónde encontraron su escondido? —pregunto.

—En el sur; en Neuquén, Comahue. Pero como te dije, ya no está ahí; el lugar estaba limpio para cuando llegaron los policías. Están vigilando a Rafa, sabemos que era su amigo y socio; si se acerca a él, lo vamos a atrapar.

Rafa... él y yo éramos las únicas personas en las que Dany confiaba; Mientras yo desaparecía, cuando él fue encarcelado, Rafa lo siguió visitando. El tipo es un idiota sin escrúpulos, le hacía el trabajo sucio; cuando alguien no cumplía, era Rafa el que se encargaba que hiciese.

—Alguna pista de a dónde se pudo haber dirigido?

—Nada; lo siento —sin darme cuenta, mis lágrimas comenzaron a caer y saboreo en mi boca el gusto metálico de la sangre, resultado de morder mi labio—. Hey, no llores, va a estar todo bien —habla con voz suave, abrazándome.

—Tengo miedo por Aye —digo sollozando.

—No le va a pasar nada, a ninguna de las dos, yo nunca lo permitiré —me promete.

—Tengo que ir a buscarla —anuncio, soltándome de sus brazos. Ya no quería pensar más en eso, no quería pensar en más nada.

—Yo te llevo —declara.

—No es necesario, Lu, en serio —niego, buscando las llaves.

—No estás en condiciones de manejar, y no discutas conmigo. Vamos —ordena.

En el transcurso del viaje me mantuve absorta de mis pensamientos, no podía dejar de pensar en lo que me dijo Lucas; a pesar de que dije que no quería pensar, no me fue muy bien con eso. Necesito una distracción, que seguro no voy a conseguir.

—¿Estás bien? —me pregunta.

—Sí, estoy bien.

—Lina, puedo ver los engranajes en tu cabeza; No te torturas más, deja que nosotros nos encarguemos.

—Lo sé, Lucas; lo sé.

—Mi amor... Solo no pienses en eso, ¿sí? Te prometo que lo encontraremos. —Cuando habla así, cuando usas palabras como "mi amor" "mi vida" "cariño" y esas cosas, quiere decir que está tratando de persuadirme, que quiere llegar a mí y quiere que le haga caso—. ¿Lina? —dice, esperando que le prometa algo que dudo que pueda cumplir.

—Bien, bien. No te preocupes, ya debes pensar —contesto, y le regalo una media sonrisa.

Pasamos por el resto, reconocemos a Ayelen y nos fuimos a casa, Lucas insistió en quedarse, después de unas cuantas negativas mías; Como era de esperar, no conseguí que me dejara sola. Vimos un par de películas, cenamos, y él se encargó de acostar a Aye, mientras me duchaba. Cuando terminó, bajé a la cocina a preparar café y él estaba ahí, de espaldas, mirando hacia afuera por el ventanal.

—Pensé que ya ibas a dormir —murmura cuando me estoy acercando. Dios, ¿tan ruidosa soy?

—Quiero café —le hago saber.

—Sabes que tomé el caso de Dany por ti, ¿verdad? —pregunta, y yo quedo a medio camino con una taza en la mano y la cafetera en la otra. Lo miro; él todavía de espaldas a mí.

—Sí, lo sé —respondo, sin saber todavía a dónde quiere llegar con eso.

—No, no lo sabes Lina —toma una extensa respiración para calmarse y entonces se da la vuelta—. Li, el día que te conocí sabía quién eras, sabía lo que hacías. ¿Crees que nos conocemos por casualidad?

—No creo. Dime de qué carajos estás hablando.

—Lina, sabes que mi padre fue quien lo mandó a prisión; yo estuve a su lado, siempre lo ayudaba con sus investigaciones, me ayudaba a entrenar conforme estudiaba para la policía, e investigando a Dany, te vi en unas de las fotos. Estudié todo acerca de ti; dónde vivías, lo que hacías, desde la fecha de nacimiento hasta tu comida favorita...

—Párr, párr; no entiendo —interrumpo.

—Estaba obsesionado con el caso de Dany, y luego de que te vi involu-crada, estaba muy intrigado por saber qué hacía una chica como tú con un desgraciado como él; Yo nunca perdí tu rastro, pensé que cuando Dany fuera preso te ibas a desmoronar, y sin embrago, me sorprendiste. Fuiste muy fuerte y te apartaste de todo eso, te apartaste de él y te sostuviste sola, cuando yo imaginaba que Dany era tu soporte. Te admiré por eso, y entonces quise acercarme a ti y tratar de entenderte, porque pensé que sabía por qué lo hacías, pero no era así.

Cuando terminó su relación, me encontré completamente atónita por su confesión; pero no pude verlo como algo desagradable, más bien todo lo contrario. Cualquier otra persona se asustaría, o pensaría que es una especie de acosador, pero yo no, porque yo lo conozco y sé que no lo es, y también sé que su pasión por la policía es lo que lo motiva a hacer cosas como estas.

"De jóvenes aprendemos y de adultos entendemos".

—Mi soporte era Dany, estás en lo cierto; pero dejó de serlo, no porque lo hayan metido en prisión, sino porque, días antes de que eso pasara, me enteré de que estaba embarazada y eso lo cambió todo para mí —murmuro esto último mirando mi taza de café aún vacía.

—Lo siento; sé que capaz esto te resulta extraño, que yo... –no lo dejo seguir.

—No, no pienso mal de ti; te entiendo, ya decir verdad, después de que Aye nació, conocerlos a ustedes fue de gran ayuda. Fueron mi soporte. Fuiste mi consorte —digo lo último casi inaudible, pero él llega a escucharme y se acerca a mí para abrazarme.

—Te quiero, Li —susurra.

—Yo también.

—Creo que es hora de que vayas a la cama —anuncia, soltándome y besando mi frente.

—Sí, hasta mañana —me despido y me voy a mi habitación, dejando mi café en el olvido.

Hace dos horas que me acosté y sigo girando sobre la cama; Toda la conversación que tuve con Lucas sobre Dany, y lo que dijo esta noche, no deja de darme vueltas en la cabeza. ¿Qué m****a estás haciendo Dany? ¿Qué hacías en Comahue? Dios, qué estúpida.

Me levanto, tomo mi arma y con cuidado, sin hacer ruido, para que Lucas no me vea, salgo de la casa.

Llego a mi destino, en el cual todavía su propietario no había llegado; recuerdo dónde dejaba una llave de repuesto, para cuando su hermano llegaba sin avisarle. Y sí, la llave sigue en el mismo lugar. Entro y me pongo cómoda en su sofá, abre una de sus botellas de vino, de esas que son para ocasiones especiales. Se va a enojar.

Él entra y todavía no se da cuenta de que no estaba solo en casa, se lo nota un poco irritado, está maldiciendo y maltratando sus muebles; Ahora estoy pensando que quizás no fue buena idea tomar unos de sus vinos.

—¿Mal día? —entono, y se sobresalta. Saca su arma, como era de esperar.

— ¿Quién m****a eres? —demanda, apuntando.

—Ya no me recuerdas? Ese duelo, Rafa.

—¿Lina?

—Prende la luz, Rafa, y siéntate; que tenemos que hablar —ordeno.

Él hace lo que le pido, se acerca a mí y visualiza el vino.

—Ese vino es para ocasiones especiales, y lo sabes —manifiesta.

—Esta es una ocasión especial; una vieja amiga que viene a visitar a un viejo amigo, digo... hay que celebrar esta reunión, ¿no? —ironizo.

—Supongo —dice suspirando—. ¿Qué haces en mi casa? —interroga sin paciencia.

—Ya dije, vine a visitarte —contesto.

—No juegues conmigo; nos conocemos, Lilith —entona, sonriendo por ese maldito apodo.

—No me llames así —escupo.

—¿Por qué? Así te decíamos con Dany.

—Ya que lo nombraste. ¿Qué sabes de él? —ignoro su sarcasmo.

—Seguro lo mismo que tú, que escapó —contesta.

—No me vengas con eso; como dijiste antes, nos conocemos, y conocemos muy bien a Dany como para saber que él siempre corre hacia ti.

—Puede ser; pero esta vez te equivocas, él no vino a mí. No sé nada.

—¿Por qué m****a no te creo?

—Ese es tu problema, no mío; y si no te importa, quisiera descansar —enuncia, mientras se levanta para irse.

—No te muevas —digo, apuntándolo con mi arma—. Vas a hablar, te guste o...

—¿O qué? —suelta. Y por su grosería le disparo en una pierna.

—Dije que te sentaras.

—Maldita zorra, voy a matarte —sisea.

—No, no lo harás; Sabes muy bien que puedo hundirte. Tu pequeña empresa se va a derrumbar; Tendrías que hacer memoria, yo sé cómo se forma todo esto.

— ¿Qué m****a quieres? —gruñé.

—Ya sabes lo que quiero. ¿Dónde está Dany? —índago.

—No lo sé.

—No te creo, Rafa; y mi arma tampoco.

—Que no sé nada, ya te lo dije —me acerco a él y presiono el arma contra la herida de su pierna. Empieza a gritar.

—Habla, Rafa; sabes que carezco de paciencia —exijo, y sigo presionan-do.

—No lo vi, no sé nada, te lo juro; maldición, te lo juro —responde lloriqueando.

—Mi arma empezó a creerte, así que por hoy voy a dejarte; pero si él viene, me avisas. Si me entero de que lo viste y no me avisaste, voy a volver... y no voy a ser tan tolerante, ¿ok?

—Sí, diablos, entendí —habla apretado los dientes y tomándose la pierna.

Salgo de allí y voy a casa, entro con cuidado y voy directo a la cocina a tomar agua; Tengo la boca seca de lo que había pasado, ya consecuencia de la baja de adrenalina, mis manos tiemblan y tengo el pulso acelerado.

— ¿Dónde estabas? —escucho una voz masculina y pego un grito ahogado por el susto.

—Mierda, Lucas, me asustaste.

—¿Dónde estabas, Lina?, y quiero la verdad.

—Fui a ver a Rafa —confieso, suspirando.

—¿Qué hiciste qué? Estás loca. ¿A qué m****a fuiste? ¿Por qué nunca me escuchas? Podrías haber estado en peligro, podrías haber muerto, Dios.

—No pasó nada, ¿vale? Estoy bien, así que puedes seguir con tu maldita custodia.

—¿De qué hablas? Estar contigo no es una maldita custodia, lo hago porque soy tu amigo —demanda frustrado.

—Lo siento, no quise decir eso —murmuro arrepentida.

—Lo sé, sé que no quisiste decir eso; Creo que esto te está superando y debes calmarte, antes que hagas alguna tontería y termines mal.

—Lo siento.

—Está bien, no lo vuelvas a hacer; ven, te llevaré a la cama —zanja; pasa su brazo por mis hombros y me encamina a la habitación.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP