Capítulo 37-Lina

Después de unos minutos se vuelve a escuchar el timbre, Gaby se levanta de un salto y va a abrir la puerta; El que llega esta vez es Lucas.

—Hola, preciosa —besa mi frente—; Pareces una chica mala —entona admirando mi ropa.

—Es la idea. ¿Cómo estás?

—Bien —mira el tequila—. ¿Empezaron sin mí?

—No es mi culpa si tardan —contesta Gaby sirviéndole un trago.

—Tenía que ser idea tuya —vocifera Lucas—. ¿Y Suela?

—No sé, debe estar haciendo la "ronda de tequila privada" con Erik antes de venir —contesto.

—Seguramente —asiente Gaby—. Yo también quiero una de esas —argumenta, antes de beber su trago.

Después de media hora nos hemos bajado más de media botella; estamos... ¿cómo decirlo...? Alegres. En ese momento vuelve a sonar el timbre, anunciando la llegada de Sole y Erik.

—Por los Dioses del alcohol destilado, ¡empezaron sin mí! —espeta Sole al vernos.

—Gaby —dijimos con Lucas al unísono, apuntándolo.

—Era de esperar, el nene siempre tiene que dar la nota —refuta la pelirroja.

—Nosotros le dijimos que te esperara, pero viste cómo es —acota Lucas. Mentiroso.

—Solo espero que no vomiten el auto —farfulla Erik.

—Jamás —exclama Gaby.

—¿Nos vamos? —dice ella.

-Sorbo. Erik, hoy te toca ser el conductor designado —le hago saber.

Él se limita a sonreír ya asentir con la cabeza.

Al llegar al bar, lo primero que hice fue, tomar de la mano a Gaby y arrastrarlo a la pista de baile, mientras los demás se encargaban de los tragos; muchas mujeres lo miran, y yo sonrío por dentro. Todas quieren al chico malo.

—Vamos, Li, mueve ese culito —azuza Gaby.

— ¿Quieres aprender cómo se hace? —bromeo, cacheteándole el culo.

Una chica lo mira y le sonríe, y él no puede ser menos: le regala una hermosa sonrisa, mostrando toda su blanca dentadura. Instintivamente ruedo los ojos. Gaby es imposible.

Los demás se unen a nosotros. Luego de un largo rato, ya estoy muy acalorada y transpirada; voy al baño a refrescarme un poco ya acicalarme, para cuando salgo, los chicos ya no estaban en la pista de baile y los visualizo en una de las mesas, así que, me dirijo hacia allá; cuando me siento, noto que están mirando hacia la barra, sigo las miradas y observa que la ronda de tequilas ya había comenzado.

Habían chicas bailando sobre la tabla, y otras recostadas sobre la misma. En un momento me doy cuenta que no tengo nada para tomar, así que aviso que voy en busca de bebidas.

Hay muchas personas y se me complica el llegar, así que las rodeo «lo mejor que puedo» y encuentro un espacio en una de las esquinas de la barra; cuando alzo la vista me encuentro con que el barman, el que me había arrinconado contra la pared la vez pasada, me mira con una media sonrisa.

—Pensé que no ibas a volver —esboza, elevando la voz por encima de la música.

—Pensaste mal —le hago saber.

— ¿Vas a subir? —pregunta, haciendo señas con la cabeza hacia las chicas sobre la barra.

-No.

—¿Por qué no?

—Porque no.

—Vamos, eso ni siquiera es una respuesta —exclama sonriendo.

—No quiero hacerlo —clavo mis ojos en los suyos—. ¿Es una respuesta para ti?

—Vamos, quiero verte recostada aquí —articula, pasando una mano por la barra como si la acariciara—. ¿Tienes miedo?

—Nunca —respondo. No te metas en ese juego, Lina.

—Podríamos hacer un trato —manifiesta, posando el dedo índice sobre su barbilla.

—Escucho —listo, Lina: ya caíste, otra vez.

—Primero te recuestas tú, y luego lo hago yo. ¿Qué dices? —argumentos. Eso, Lina, qué dices... ¿Hacer la ronda con el barman? Nada malo puede pasar por hacer eso. A la m****a.

—Trato —acepto, estirando mi mano para estrechar la suya. Él sonríe satisfecho.

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